Injusticia

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El país destrozado y nadie es culpable

¿Por qué se cayeron cientos de edificios en 1985 y hubo miles de víctimas, incluidos niños? ¿Quién da los permisos mineros y posibilita la depredación de tierras, la explotación mayúscula de reservas y que trabajadores mueran por las pésimas condiciones donde laboran? ¿Cuáles fueron las manos que permitieron las construcciones de edificios en Santa Fe, los cuales son una bomba de tiempo que apenas empieza? ¿Qué individuos han hecho su agosto para que los hoteleros en Acapulco, la Riviera Maya, Ixtapa, Los Cabos, Huatulco y Cancún hagan de las suyas contaminando el mar, apropiándose de playas que convierten en privadas y deforesten miles de hectáreas?

En solidaridad con Alberto Patishtán

Alberto Pathistán es un profesor indígena tzotzil comprometido con la causa de las y los más pobres de este país. Es una persona que desde prisión ha sembrado esperanza y resistencia en medio de un sistema judicial injusto e insensible. Su caso es conocido por muchas personas a nivel nacional e internacional. México entero debería exigir la libertad incondicional de este compañero indígena injustamente preso.

El movimiento como antítesis y síntesis del cambio

El gran reto de las manifestaciones populares –entre ellas la del Yo Soy 132, estimuladas por el sucio proceso electoral– es cómo trascender ese ámbito de corto plazo sin hundirse en el desencanto disolvente que, eventualmente, puede provocar la calificación de las elecciones, la cual, torciéndole el cuello a la Constitución y a las leyes secundarias en la materia, forzará la legalización y la legitimación de la entronización de Enrique Peña Nieto.

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