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La derrota mexicana, y mundial, de los asalariados

El cambio en las leyes laborales no es más que otro capítulo de la permanente lucha de clases entre los asalariados y los capitalistas. Entre los trabajadores que, al carecer de los recursos necesarios para asegurar su existencia y la de su familia, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo. Ésta es comprada por los dueños de los medios de producción (antaño conocida como la burguesía), como una mercancía más. A cambio del pago de un salario tiene el derecho de que laboren para él durante un periodo determinado.

El migrante: moneda de cambio

De origen, el ser humano es migrante; migrando ha escrito multitud de historias, se conoció a sí mismo, a sus otros y pobló el mundo.

La ruptura del pacto laboral y la nueva esclavitud asalariada

Ante la toma de la tribuna realizada por los diputados de la oposición (“desfiguro” que ruboriza a analistas modositos como Jorge Alcocer, tránsfuga de la “izquierda” como los tragicómicos René Arce o Rosario Robles), los “delincuentes que se hacen llamar legisladores” –como calificó el jurista Clemente Valdés a los congresistas del Partido Revolucionario Institucional (PRI)-Partido Acción Nacional (PAN)-Partido Verde Ecologista de México (PVEM)-Partido Nueva Alianza (Panal)– bramaron: “¡no a la violencia! ¡no a la violencia!”.

La contrarreforma laboral o el retorno a las cavernas del capitalismo salvaje

El 4 de marzo de 1933, en su discurso de toma de posesión de la presidencia estadunidense, ante una población brutalmente golpeada por el colapso del “libre mercado” decimonónico, que arrojó a millones de personas al desempleo y al infierno de la miseria, Franklin D Roosevelt pronunció una de sus famosas expresiones: “Déjenme afirmar mi firme creencia que a lo único que hay que temer es al propio temor”, resonancias de las palabras del griego Epicteto de Frigia, (55-135), el filósofo griego estoico que algún tiempo fue esclavo en Roma: “No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”.

Ni con capital extranjero levantará la producción aceitera de México

Ni con reformas constitucionales que accedan a las exigencias de los inversionistas extranjeros se podrá revertir, en el próximo sexenio, la caída de la producción de hidrocarburos. Es la traducción, que propongo, del diagnóstico sobre México formulado por el italiano Leonardo Maugeri en su último estudio “Oil: the next revolution”, difundido por la Harvard Kennedy School, de Estados Unidos (en la gráfica incorporamos los datos para quien desee bajarlo de internet).

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