Categorías: Opinión

Cambio climático y capitalismo

Publicado por
Xavier Caño *

Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias

Los refugiados políticos en el mundo son 12 millones, pero los desplazados por consecuencias del cambio climático son 25 millones y pueden llegar a ser 200 millones en 2050, según el informe Cambio ambiental y escenarios de migración forzada, elaborado por siete universidades.

Africanos de Sudán, Eritrea, Somalia y Etiopía emigran a Arabia Saudita, por Yemen, huyendo del avance de la desertización de sus países. La lluvia en Senegal ha disminuido un 50 por ciento en los últimos 20 años, han desaparecido tierras de cultivo y la gente emigra a Europa en cayuco. En Mozambique huyen miles de desplazados por inundaciones. Mucha gente emigra de Bangladesh, donde también sube el nivel del mar, y por destructoras inundaciones cada vez frecuentes. Del archipiélago Tuvalu, en el Océano Pacífico, las personas emigran a Nueva Zelanda por la misma razón, la subida del nivel del mar. En China hay migraciones por el avance de la desertización. En la región andina de Ecuador disminuyen las lluvias y eso provoca más emigración a Europa. En Murcia y Almería, España, avanza la desertización con grandes sequías…

La aplastante evidencia de los efectos del cambio climático no parece mover a los gobiernos a tomar medidas que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero. Pero la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil sí son conscientes del grave problema. Por eso hubo hace unos días una multitudinaria movilización ciudadana global para exigir medidas contra el cambio climático. Millones de personas se manifestaron en 2 mil 808 ciudades de todo el mundo para presionar a la Cumbre del Clima en Nueva York, Estados Unidos, ciudad en la que se movilizaron más de 300 mil personas.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el fenómeno será causa de la desaparición de medios de sustento en zonas costeras y pequeños Estados insulares por tempestades, inundaciones y subida del nivel del mar; riesgos graves para la salud y desaparición de medios de sustento de grupos urbanos por inundaciones en el interior; destrucción de infraestructuras y servicios vitales como agua, electricidad, instalaciones sanitarias por fenómenos meteorológicos extremos; más mortandad y enfermedades en periodos de calor extremo y más hambre por destrucción de sistemas de alimentación; pérdida de recursos y sustento en zonas rurales por severa reducción del agua potable y de riego; pérdida de bienes y servicios en comunidades costeras y de pescadores en los trópicos y en el Ártico…

¿Se puede contener el aumento de temperatura global y el consecuente cambio climático? Sí, si se toman medidas, pero pronto, según el GIECC. Entre otras, transformaciones tecnológicas profundas y cambios en la conducta individual y colectiva para sustituir el consumismo por el consumo responsable. Para frenar el aumento de la temperatura de la Tierra a 2 grados centígrados como máximo es imprescindible reducir la emisión de gases de efecto invernadero de un 40 a 70 por ciento, según zonas, con respecto de la emisión total de 2010. Más allá de 2 grados centígrados, las consecuencias son catastróficas.

Desde la revolución industrial, la emisión de gases de efecto invernadero ha aumentado sin cesar. Esos gases alcanzaron un nuevo máximo en 2013, según reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial. La concentración de dióxido de carbono, principal responsable del calentamiento global, aumentó en 396 partes por millón en 2013; el mayor aumento anual en 30 años. No aprendemos, pero el cambio climático es cuestión de vida o muerte: continuar la historia de la humanidad o desaparecer. Como desaparecieron los dinosaurios.

Según escribe Florent Marcellesi “para evitar un aumento de temperatura de más de 2 grados centígrados (acordado en la Cumbre de Copenhague de 2009), el producto interno bruto (PIB) mundial tendría que disminuir más de un 3 por ciento anual; 77 por ciento entre hoy y 2050”. Y el economista francés Michel Husson, citado por Marcellesi, plantea un dilema: crecimiento y consecuencias climáticas desastrosas o reducir el PIB y recesión con duras consecuencias sociales. ¿Es así? Los analistas estadunidenses Fred Magdoff y John Bellamy Foster, sostienen que el dilema se da en el capitalismo, porque el capitalismo necesita crecimiento y el crecimiento lleva al desastre climático. Y lo de la sostenibilidad en un sistema que se mueve por los beneficios es el sueño de una noche de verano. Pero si sustituimos el capitalismo, como condición necesaria, es posible una civilización ecológica sin desigualdad. Ardua y dura tarea, sin duda, pero ¿hay otra opción?

Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias

*Periodista y escritor

 

 

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 Contralínea 406 / del 05 al 11 de Octubre 2014

 

 

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