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“Si el mundo permite que Palestina sea borrada, entonces ese nunca fue para todos, sólo para algunos. Si la ley no puede proteger a los palestinos, no puede proteger a nadie”, señaló la embajadora de Palestina en México, Nadya Rasheed. Agregó que en dos años de genocidio han sido asesinadas más de 62 mil personas palestinas en Gaza a manos del Ejército israelí. Entre ellas, más de 20 mil niñas y niñas.
En conferencia magistral y cubierta con una tradicional kufiya palestina en el hombro, la diplomática exigió “un alto el fuego permanente para detener el genocidio. Exigimos ayuda humanitaria sin restricciones para Gaza; exigimos la liberación de todos [los prisioneros en celdas de Israel]”. Al respecto, aseveró que “cualquier cosa menos que esto no es paz, es la preparación para la próxima masacre”.
La embajadora Nadya Rasheed acusó: “es como si estuviéramos frente una apuesta del opresor en la que la cifra disponible […] tiene que duplicarse [o] triplicarse, detrás de los muros en el aislamiento reforzado de la desinformación a espaldas del mundo”.
Desde el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que lo que ocurre en su nación es un genocidio, que incluye asesinatos cometidos por francotiradores, tortura, hambruna.
“¡No es guerra, es genocidio!”, retumbó al unísono en el Aula Magna minutos antes de que la embajadora tomara la palabra, en representación de un “resiliente pueblo, del suelo al que siempre hemos pertenecido y el que nunca hemos querido abandonar”.
“Somos el espejo que refleja, desde todos los ángulos, el derecho a existir en plenitud y no en esos fragmentos que este genocidio pretende imponer ilimitadamente en tiempo y espacio”, denunció la diplomática, quien también describió la situación de las personas en la Franja como un horror que no tiene salida, de la cual es testigo toda población en el mundo.
Borrar la identidad de un pueblo
Una sala llena acompaña el dolor que día con día azota al pueblo palestino en Medio Oriente. Desde banderas, dibujos en forma de sandía y pancartas, exhiben el apoyo de una parte de la comunidad estudiantil, que aprovecha el inicio de la ponencia para corear consignas en favor de Palestina.
“Nuestro pueblo, todos los días, por más de medio siglo, ha sufrido la constante ocupación del hogar”, que comenzó, “y nunca terminó, con la Nakba” –o catástrofe en árabe– hecho ocurrido en 1948, cuando más del 70 por ciento del territorio palestino fue ocupado por Israel en consecuencia de una declaración de Naciones Unidas, que pretendía crear un Estado para las personas judías, luego de la culminación de la Segunda Guerra Mundial.
Pero desde octubre de 2023, los intensos ataques israelíes han provocado una devastación casi total para el pueblo e infraestructura palestina. “Todo, incluso los cementerios, fueron desfigurados en el propósito de desfigurar nuestra memoria colectiva y profundamente personal”, indicó la embajadora.
“Varios mueren de hambruna, por una bomba, mueren debajo de los escombros, por un disparo, muchos mueren en la angustia de la espera de un padre, un hijo, una madre, un ser amado, un familiar o un vecino”, dijo, con voz entrecortada, Nadya Rasheed . Eso ocurre ahora mismo, acusó, mientras ella narra los hechos.
“Nunca antes tantos médicos, tantos niños, tantos trabajadores de la ONU habían sido asesinados en una guerra. Israel ha roto y pisado cada norma, nuestros principios humanos, y luego el hambre: Gaza está siendo deliberadamente asesinada con el prolongado dolor del hambre”, a la vez que las autoridades israelíes bloquean la entrada de ayuda humanitaria. “Eso no es guerra, es exterminio de la larga experiencia en su diseño”, aseveró.
Las organizaciones internacionales han fallado
“La ONU nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, con la promesa solemne de ‘nunca más’. Su carta prohíbe adquirir territorio por la fuerza, y no como una opción, sino como deber leal; y, sin embargo, todos estos principios están siendo triturados a la vista del mundo entero”, detalló Nadya Rasheed ante la atenta escucha de las y los estudiantes que no sólo llenan el Aula Magna, sino otros salones que proyectan la transmisión en vivo.
Además, señaló al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por haber “fallado a hacer cumplir la única resolución vinculante de alto al fuego. Y después de eso, no una, ni dos, sino tres veces, cada vez bloqueada por un veto. Los mismos Estados que proclaman derechos humanos en teoría, entregan las bombas que asesinan a los niños en la práctica”.
Sus palabras no se quedaron en el plano internacional, del gobierno de México –dijo– aunque su postura ha “sido muchas veces una voz de conciencia cuando otros decidieron callar”, como todos los países, “México debiera hacer más […] sin titubeos ni miedos”.
Por su parte, el profesor Óscar Torres, de la Facultad de Derecho de la UNAM, pidió a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo “actuar con la misma firmeza con la que actuó [el expresidente] Lázaro Cárdenas, cuando rompió relaciones con España por el actuar de Francisco Franco. Le exigimos que sea empática desde esa tribuna, acatando las recomendaciones de la Relatora [Especial] de la ONU, Francesa Albanese: rompiendo relaciones económicas y diplomáticas con Israel mientras continúe en el poder el criminal de guerra Benjamín Netanyahu”.
Tras su participación, las y los alumnos corearon la consigna “a romper, a romper, relación con Israel”, para después tomar la palabra una estudiante y exigir ante la expectante sala que no sólo el gobierno de México rompa relaciones con Israel, sino también que lo haga la UNAM; que cesen sus vínculos académicos con las instituciones israelíes. De igual manera, resaltó la necesidad de que la Facultad de Derecho se una a la demanda en contra del genocidio de Israel, iniciada por Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia.
La embajadora Nadya Rasheed recordó que “la Corte Internacional de Justicia ya determinó que las acciones de Israel constituyen plausiblemente un genocidio. Ordenó medidas cautelares: detener los actos genocidas, permitir la entrada de ayuda humanitaria […]; pero Israel las ignora como siempre. Eso no es una crisis de pruebas, es una crisis de voluntad política”.
Por todo lo anterior, invitó a que la gente se niegue al silencio, “pueden insistir en que la verdad sea dicha, aunque sea incómoda; pueden hacer que sus voces sean más fuertes […]; defender Palestina es defender la humanidad”.
E hizo una acotación: “Nuestra historia no es solo del genocidio y sufrimiento que ahora todos están mirando a la tele o celulares, también es de resistencia, creatividad y vida. Tenemos cultura rica, somos un pueblo [con] cultura milenaria”.
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