Bajo las nubes grises y ligeros rayos de sol que se colaban entre los árboles de las calles poco transitadas, este 1 de junio las y los ciudadanos de la alcaldía Iztacalco salieron a votar por quienes impartirán justicia en México. En una jornada inédita, el país celebró por primera vez comicios judiciales en las que la población pudo elegir directamente a jueces, ministros y magistrados para renovar el Poder Judicial (PJ).
En el Distrito Federal 13, particularmente en las secciones 1966, 1967 y 1968 el arranque fue lento. De acuerdo con los funcionarios de casilla, las actividades comenzaron alrededor de las 8:58 de la mañana. Para el medio día, en la casilla 1966 habían votado entre 60 y 70 personas; en la 1967 poco más de 120 cerca de las 13:37; y en la 1968 apenas 100 personas hasta las 14:20.
Durante una jornada tranquila y sin incidentes en el distrito 13, un ambiente de confusión acompañó a los votantes que desconocían que, además de las seis boletas federales, recibirían tres boletas locales para elegir a juzgadores de la capital.
Sin embargo, los ciudadanos que participaron expresaron su esperanza de que este ejercicio contribuya a desmontar la corrupción y vicios del Poder Judicial. María del Carmen Castañeda, una de las votantes, expresó a Contralínea que estas elecciones son una oportunidad para acabar con lo “malo” del sistema de justicia.
“Me motiva a acabar con esta corrupción, si nosotros no ponemos nuestro granito de arena alguien lo va a hacer y siempre será la corrupción […] me siento a gusto y muy confiada de que ganen los buenos, los que sí nos van a juzgar y legislar con justicia y derecho”, detalló, con seguridad.
Mario Vargas, expresó también su esperanza de que este ejercicio democrático sirva para renovar el PJ. “Hay demasiada corrupción de la gente poderosa, creo que eso –venir a votar– nos ayudaría […] no ser apáticos a esto, que puede o no resultar, pero la intención es buena”.
Para él, el proceso fue claro, aunque complejo por la cantidad de nombres en las boletas. “Si uno no hace uno su acordeón no sabe ni por quién [va a votar]. Yo ya sabía por quién votar y, en las últimas tres –refiriéndose a las boletas locales– dije: ‘los de PE [propuestos por el Poder Ejecutivo] son los buenos’ y los demás tenía los nombre y número.
Jorge Montiel, un adulto mayor, afirmó con entusiasmo que estas elecciones son “lo mejor que le puede pasar al país”. Consideró que este proceso ayuda a eliminar la corrupción que permeaba en este poder terminaría.
“Escoger nosotros a quien nos debe de gobernar es lo mejor que le pudo haber pasado al país en tantos años, no sé cómo vaya a resultar, pero es un paso hacia adelante, no hacia atrás, para adelante, porque nos toman en cuenta a nosotros los ciudadanos y antes no”, añadió.
El señor Montiel explicó que acudió a votar junto con su esposa y que ambos vivieron en carne propia crisis de sexenios pasados, por lo que consideran que este momento representa un avance real. No obstante, mencionó que la letra en las boletas era demasiado pequeña, lo que hizo que el proceso fuera tardado y complicado para él y pareja, quienes tuvieron que apoyarse mutuamente para leer y ver con claridad el nombre de las y los candidatos.
Héctor Rosas, funcionario de la casilla 1968, calificó la jornada como sencilla y tranquila. Comentó que brindaron asistencia a dos adultos mayores que no podían visualizar las boletas con claridad, a una persona con dificultad para sostener el bolígrafo, y a varios votantes que tuvieron problemas para doblar sus boletas e ingresarlas a las urnas. Afirmó que algunos de los votantes llegaron sin saber para qué eran las elecciones o quiénes eran los candidatos.
Tiana Rosas, describió el proceso como complicado, ya que implicaba un esfuerzo adicional conocer quiénes eran los candidatos, los cargos que ocuparán, sus funciones, sus antecedentes y propuestas. “Es demasiada información. Creo que nos hace falta mucha cultura en este aspecto. Necesitamos muchísima información. Tomarnos un tiempo y un espacio es importante”. Añadió que este ejercicio participativo además de ser un derecho es una “obligación” para la ciudadanía.
El señor Alonso Mejía coincidió en que el proceso fue confuso, pues no tenía claro quiénes eran las y los candidatos. Aun así, votó para ejercer su derecho y no dejar su decisión en manos de otros.
Por su parte, la joven Alondra Pacheco, lamentó la falta de difusión de las candidaturas y mencionó que le hubiera gustado ver más información de cada uno de ellos en la televisión o espacios públicos. Explicó que, aunque investigo por su cuenta, el proceso le pareció bastante confuso, pues recibió más boletas de las que esperaba y reconocía a pocos candidatos.
A pesar de ello, expresó que este evento representa “una etapa de cambio. La presidenta está dando la oportunidad del cambio y la participación es importante”. También hizo una crítica a la apatía de los ciudadanos que se quejan de la falta de democracia y no participan en estos procesos. “A veces nosotros nos quejamos [decimos] ‘ay el gobierno esto y lo otro’, pero: ¿qué estás haciendo tú como ciudadano para ayudar en este cambio en la sociedad?”, sentenció.
Con el voto de cada ciudadano y ciudadana las urnas se llenaban poco a poco de boletas moradas, azules, amarillas, naranjas, turquesas y rosas. Entre adultos mayores que hacían un esfuerzo por leer las letras de las boletas y jóvenes que votaban por primera vez, se tejía un relato colectivo de una participación inédita. Bajo el cielo gris, en una alcaldía del oriente capitalino la esperanza por el cambio era visible en las y los votantes.
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