En Atizapán, votaron con la esperanza de desterrar la injusticia del PJF

En Atizapán, votaron con la esperanza de desterrar la injusticia del PJF

En Atizapán mayoría de los asistentes son personas adultas mayores,ciudadanos que, pese a las dificultades, salieron a ejercer su derecho

En el municipio de Atizapán de Zaragoza, las urnas comenzaron a recibir votos desde temprano. La mayoría de los asistentes son personas adultas mayores, ciudadanos que, pese a las dificultades, salieron a ejercer su derecho con convicción.

Herminio Moya Jiménez, de 69 años, sale de la casilla ubicada en la primaria Sor Juana Inés de la Cruz, con una idea clara: acaba de ser partícipe de algo histórico. Llegó hasta la casilla de la colonia Lomas de Monte María, motivado por la curiosidad de entender cómo se llevaría a cabo esta inédita jornada electoral. Aunque notó carencias –no había una sábana que indicara el número de casilla, ni la sección–, eso no lo detuvo, allí cumplió con su obligación como ciudadano.

Asegura que esta elección marca un antes y un después para la vida democrática del país: “se está renovando porque sólo se pudo así con votaciones… ellos –el viejo Poder Judicial– ya estaban enraizados, tenían su minita de oro y no querían cambiarla, sólo movían fichas a conveniencia: a un familiar, un amigo, una hermana. Pero ahorita ya es diferente.”

A esta voz se suma la de Manuel Roque, de 67 años, en otra casilla del mismo municipio mexiquense también ejerció su derecho al voto. Su voz resume un clamor nacional: “que haya menos injusticia, que se aplique bien la ley, que no haya tanta corrupción, eso es lo que se busca: jueces, magistrados, todos los que ocupen un puesto público… que trabajen con honestidad.”

Sobre los ministros salientes, apenas recuerda sus nombres, pero tiene claro su mensaje: “que se conformen, ya acabó su ciclo, que vengan los nuevos y que lo hagan mejor”.

Más tarde, Constantino Ángeles, de 58 años, aunque logró emitir su voto, no pudo conocer bien a todos los candidatos. Considera que el diseño de las boletas y la manera de presentar la información no fue accesible para todos. “Hace falta otro diseño”, dice, lamentando que muchas personas –especialmente quienes no tuvieron la oportunidad de estudiar– no entienden las boletas que incluyen listas por especialidad, número y hasta color; “mucha gente no sabe leer”, añade, preocupado.

Una mujer de la tercera edad comparte esa frustración. A su salida de la casilla, comenta a sus familiares que las letras eran tan diminutas que no pudo distinguir los nombres de los candidatos, ellos a pesar de que el INE colocó una manta en la que se aseguraba la inclusión: la realidad en la práctica fue distinta.

Constantino lanza un mensaje directo a la Suprema Corte que se va: “que acepten que todo va cambiando, la verdad es que todo debe cambiar… por el país, más que por las personas.”

Su reflexión es, casi, un reproche: “las generaciones pasadas también fueron culpables, por someterse a tanta impunidad. Hoy apenas empezamos a cambiar, pero mucha gente no lo entiende… No les cae el veinte de que debemos evolucionar.”

Continúa, casi con melancolía “a pesar de que a los mayores les dan cosas, no entienden que esto es por las nuevas generaciones, por los hijos; si no les dejamos algo, de nada sirve cada día las cosas están peor muchos viejitos ya se van, pero ¿y los que vienen? Quién sabe si les toque algo mejor”.

El presidente de casilla, Samuel Monroy, de 22 años, representa a las nuevas generaciones que comienzan a tomar parte activa en la democracia. Hace dos meses, funcionarios del INE tocaron a su puerta para avisarle que había sido seleccionado como funcionario, decidió aceptar: “sé que esto será una anécdota de suma importancia en el futuro.”

Samuel también confirma lo ya evidente: “La mayoría de los votantes son adultos mayores, llegan con bastones, sillas de ruedas, acompañados por sus familias, pero llegan con el deseo de participar en este cambio.”

Durante el día, se volvió común ver a hombres mayores acompañándose entre sí, ayudándose a entender las infografías del INE que explicaba cómo votar, compartiendo risas y recuerdos. Al ver a un joven acercarse, no perdían oportunidad para recordarle la importancia de votar. Algunos incluso trajeron a sus hijos y nietos casi obligados, buscando que también cumplieran su deber ciudadano.

Apenas el reloj marca las 18:01 horas, una funcionaria de casilla cierra el portón de la primaria que, por un día, fue sede de la primera elección judicial en México. Un cierre simbólico, no sólo de jornada, sino de época; México se convierte en el único país del mundo donde los ciudadanos eligen, mediante voto directo, a sus juzgadores tanto a nivel federal como local.

Si este día se escribiera un epitafio para el viejo Poder Judicial, diría “aquí yace la corrupción, el nepotismo y el elitismo” que lo definió durante décadas. Porque, aunque muchos votantes no supieron con exactitud por quién votaban, sí sabían para qué votaban: para transformar un poder lejano, inalcanzable y muchas veces escandaloso, en uno más cercano, más humano y más justo.

Aunque no hubo acusaciones de acarreados como es costumbre en las elecciones, sí hubo críticas al famoso “acordeón”, esa lista que muchos llevaron para recordar a sus candidatos. Sin embargo, lejos de ser una trampa, para la mayoría fue una herramienta para ejercer un voto reflexionado y consciente, “investigamos, comparamos, y con eso votamos. Si no, era imposible acordarse de todos”, explicó una votante con tono sereno.

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