El bombardeo estadunidense contra las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Isfahan y Natanz el 21 de junio de 2025, ejecutado sin autorización del Congreso, no fue tan sólo un acto militar, sino el símbolo de la culminación de la crisis hegemónica de los Estados Unidos de América, quien se ha convertido en un prototipo de monarquía capitalista comandada por la visión de una teocracia anclada en el sionismo.
La hipótesis que desarrollo en la presente columna es que estas violaciones al derecho internacional significan una reacción desesperada al avance estratégico de la Iniciativa de la Franja y la Ruta por parte de la República Popular de China, consumada con la inauguración en mayo de este año de la ruta directa China-Irán, misma que disminuirá los traslados de mercancías de 45 a 15 días. Esta Infraestructura es primordial porque asegura el suministro de hidrocarburos para la potencia emergente china y permite que Irán esquive las sanciones que EU, desde 2018, impuso sobre este país bajo el principio de “máxima presión”.
- Orientalismo: la construcción del “otro” bárbaro
El orientalismo, como lo definió Edward Said, es el marco ideológico mediante el cual Occidente ha construido una imagen distorsionada de Oriente Medio como una región de pueblos semi-bárbaros, violentos y fundamentalistas, atrapados en desiertos de arena y calor. Esta narrativa, arraigada en la ciencia, la literatura y los medios de comunicación occidentales desde el siglo XIX, ha servido para justificar el colonialismo y el imperialismo. En el caso de Irán, los medios estadounidenses y europeos lo retratan como un Estado teocrático obsesionado con armas nucleares, ignorando su rica herencia cultural y su complejidad histórica.
Irán, heredero de la civilización persa, es un mosaico de culturas, lenguas y tradiciones que se remontan a miles de años. Desde los poetas como Hafez y Rumi hasta los avances científicos de la Edad de Oro islámica, el país ha sido un epicentro de conocimiento y creatividad. Sus ciudades, como Isfahan y Shiraz, son testimonios de una arquitectura y un arte a la altura de todas las culturas del mundo. Lejos de ser un páramo desértico, Irán cuenta con montañas, bosques y una biodiversidad que desmiente el estereotipo orientalista. Esta riqueza cultural, sin embargo, es borrada por una narrativa que reduce a los iraníes a caricaturas de fanáticos religiosos, facilitando la “justificación” de sanciones genocidas y bombardeos como los de 2025.
El orientalismo no es un ejercicio académico inofensivo; es un arma ideológica que deshumaniza a las víctimas del imperialismo. Al presentar a Irán y otros pueblos de Oriente Medio como “inferiores” o “peligrosos”, se normaliza la violencia contra ellos, desde los bloqueos económicos que han matado a miles en Irán hasta el genocidio en Gaza, cumbre vergonzosa del modelo occidental. Esta narrativa, por supuesto, también cauteriza el dolor colectivo, anestesiando a las audiencias occidentales ante el sufrimiento de aquellos que son presentados como “otros”.
- Irán en el corazón de la Ruta de la Seda
Irán no es sólo una víctima del orientalismo, es un actor central en la historia global como corazón de la Ruta de la Seda, la red de caminos comerciales y culturales que durante siglos conectó Asia, África, Europa y Rusia. Desde la antigüedad, Irán ha sido un puente entre Occidente y Oriente, facilitando el intercambio de bienes como seda, especias y cerámicas, pero también de ideas, religiones y filosofías. La Ruta de la Seda no era solo un corredor económico; era un espacio de encuentro donde el zoroastrismo, el budismo, el islam y el cristianismo dialogaban, dando forma a una modernidad global antes de la hegemonía europea.
Hoy, Irán sigue siendo un nodo estratégico en la reconfiguración de la Ruta de la Seda a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) de China. Su ubicación geográfica, que conecta el Golfo Pérsico con Asia Central y Europa, lo convierte en un pivote para el comercio y la infraestructura. Puertos como Chabahar y ferrocarriles que unen Teherán con Turquía y China posicionan a Irán como un enlace clave en un sistema económico que desafía la hegemonía del dólar y las rutas marítimas controladas por Estados Unidos. Esta centralidad histórica y contemporánea explica por qué Irán es un objetivo del imperialismo: su soberanía amenaza el monopolio occidental sobre las arterias del comercio global.
- La emergencia de China y la crisis sistémica estadunidense
La emergencia de China como potencia económica y geopolítica ha desencadenado una crisis sistémica para la monarquía capitalista estadounidense, que ve en la Iniciativa de la Franja y la Ruta una amenaza existencial a su hegemonía. Desde 2013, la BRI ha invertido más de un billón de dólares en infraestructura en Asia, África y Europa, creando corredores comerciales que reducen la dependencia de los países del Sur Global de las instituciones financieras occidentales como el FMI y el Banco Mundial. Para Estados Unidos, que históricamente ha usado su control sobre las finanzas y el comercio para imponer su voluntad, este ascenso representa el fin del unipolarismo.
Irán es un componente crucial de la BRI. En 2021, China e Irán firmaron un acuerdo de cooperación de 25 años que incluye inversiones de 400 mil millones de dólares en infraestructura, energía y tecnología. Este pacto no sólo fortalece la economía iraní frente a las sanciones estadounidenses, sino que también consolida una alianza antihegemónica que incluye a Rusia y otros actores del Sur Global. La estrategia de Estados Unidos para frenar la BRI ha incluido sanciones, guerras comerciales y la militarización de regiones estratégicas, pero el bombardeo de 2025 marca una escalada desesperada para contener la influencia china en Oriente Medio.
- El tren China-Irán y la aceleración de la agresión militar
La inauguración del tren directo China-Irán en mayo de 2025, que recorre más de 1 mil 300 kilómetros desde Xinjiang hasta Teherán, fue un hito en la revitalización de la Ruta de la Seda. Este ferrocarril, parte de la BRI, reduce el tiempo de transporte de mercancías entre China e Irán a menos de dos semanas, comparado con los 45 días por vía marítima, y evade las rutas navales controladas por la Marina estadunidense. El tren no solo simboliza la integración económica de Eurasia, sino que también refuerza la autonomía iraní al proporcionar una vía comercial resistente a las sanciones.
Este avance provocó una reacción violenta del eje Estados Unidos-Israel. El bombardeo del 21 de junio, coordinado con la campaña aérea israelí, no fue solo una respuesta al programa nuclear iraní –que la propia inteligencia estadounidense no consideraba una amenaza inminente–, sino un intento de sabotear la integración de Irán en la BRI. Al atacar instalaciones nucleares, Estados Unidos busca justificar una escalada militar que desestabilice el desarrollo de infraestructura global y que evada el sistema de sanciones actual.
- La lucha antiimperialista como caída de la monarquía
El bombardeo de 2025, ejecutado por una monarquía capitalista que suspende su fachada republicana, intensifica la urgencia de una lucha antiimperialista que derroque el poder unilateral. “No Kings Day”, surgido en rechazo al autoritarismo estadunidense, ofrece un marco para esta revolución cultural. Al denunciar el bombardeo como un acto de guerra inconstitucional, movimientos dentro de Estados Unidos pueden aliarse con resistencias internacionales.
No hay que olvidar cómo antes de la crisis actual, Donald Trump ya había desplegado otro proceso de excepcionalismo monárquico al imponer de forma arbitraria sanciones tarifarias a todo el mundo, especialmente, una vez más, a China. Lamentablemente, Estados Unidos de América no parece comprender que la crisis que vive tiene que ver precisamente por el intento de enriquecerse mediante sanciones y mediante el sabotaje de alternativas económicas. El llamado a la paz debe tener ahora un contenido especial: el del derecho de los pueblos a elegir sus modelos económicos, garantizar su seguridad y que todos los países, absolutamente todos, sin excepción, nos ajustemos a un nuevo entendimiento global con derechos económicos soberanos.
Oscar David Rojas Silva*
*Economista (UdeG) con estudios de maestría y doctorado (UNAM) sobre la crítica de la economía política. Es director del Centro de Estudios del Capitalismo Contemporáneo, y comunicador especializado en pensamiento crítico en Radio del Azufre y Academia del Azufre. Académico de la FES Acatlán (UNAM)
Te puede interesar:¿Qué pasó con Grupo Elektra?