¿Por qué tanta rabia contra López Obrador?

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y sus leyes reglamentarias, en este caso electorales –si todavía están vigentes y no han sido derogadas por Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y el golpista presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) e incluso el Tribunal Federal Electoral, con Televisa y los empresarios tras el botín del peñapriísmo– otorgan derechos y recursos a los protagonistas de competencias electorales para impugnar y cuestionar, antes y después de los resultados de las urnas, lo que les parezcan victorias sin pleno sustento legal.

Calderón, PAN; y Ebrard, circo

El Senado ha actuado a la manera del Senado de la república romana. Y en esta comparación, los diputados federales han actuado como manifestación de la partidocracia: jalando para con sus respectivos candidatos, en lugar de posponer lo que divide para cooperar, legislativamente, con los intereses que benefician a la nación si es que a ésta representan y no a sus facciones. Los congresos de los estados y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal hacen más de lo mismo: sirven al desgobernador en turno y al jefe de gobierno defeño, marginando a la sociedad que pide beneficios colectivos.

Se desmorona Peña Nieto y arrastra al PRI a la derrota

No había transcurrido un mes de haber sido ungido Peña Nieto como candidato único del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando entre desatinos, errores y tropiezos se desmoronó el figurín creado por Televisa y demás medios de comunicación que, a cambio de muy bien pagada publicidad, le pusieron las alas de Ícaro (a quien su padre Dédalo le fabricó dos extremidades torácicas para volar) que el sol de su vanidad y populismo han derretido, y en su caída a la realidad está hecho añicos, demostrando que no estaba preparado para volar… Va en caída libre y peligra él, lo cual no importa; pero en su desplome arrastra al PRI a una tercera derrota de la que no se volverá a levantar.

Peña y sus encuestas, AMLO y los votos

No tengo la menor duda de que como van las campañas electorales, la competencia final tendrá dos adversarios: López Obrador y su coalición de partidos encabezados por el de la Revolución Democrática (PRD) y Peña Nieto en pleno vuelo sobre las amañadas encuestas –alfombra mágica que en cualquier momento puede venir a tierra–, creyendo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) es un Ave Fénix.

Calderón, caricatura de Ricardo II, Enrique IV y Luis XIV

El presidencialismo mexicano tuvo en Carlos Salinas de Gortari a su Ricardo III de Shakespeare (1564-1616), pero no en una versión teatral, sino real; y lo superó demostrando que “la realidad es más pródiga que la más febril fantasía”. Y sigue suelto tras bambalinas, asomando a veces su calvicie y su rostro amenazante tras el peñismo que, si aparentemente hizo a un lado a la perversa maestra –la abeja-reina del Panal (Partido Nueva Alianza)-SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación)–, no ha podido siquiera de dientes para fuera deshacerse de esa caricatura de Ricardo III que busca reposicionarse como poder tras el trono.