México, Venezuela, Brasil: un escenario estratégico modificado para EU

México, Venezuela, Brasil: un escenario estratégico modificado para EU

El presidente Donald Trump aplica medidas que funcionaron a Estados Unidos hace 50 años, cuando el escenario estratégico del mundo era otro
Foto: White House

El presidente Donald Trump aplica medidas que funcionaron a Estados Unidos hace 50 años, cuando el escenario estratégico del mundo era otro. Si bien el republicano busca reconfigurar sus relaciones con los países para revertir la decadencia de su nación, lo que está logrando es lo contrario. Parte de su fracaso es no ver que en el propio Continente Americano ya no representa una hegemonía absoluta. Alianzas como la de Brasil y Venezuela en los BRICS+ o el progresismo en México, le dificultan imponer su agenda en la región; por ello, acelera las presiones punitivas, entre ellas la persecución contra Maduro, sin tener tampoco resultados favorables

1. Un escenario estratégico regional transformado.

Donald Trump encarna parcialmente un discurso de hegemonismo tardío por cuanto utiliza los mismos medios, instrumentos y herramientas de poder que se usaban hace 5 décadas: la excepcionalidad estadunidense, racismo blanco, política arancelaria punitiva, intimidación y amenaza militar, constructivismo ideológico. Y le agrega la dimensión militar en todo, ante los ataques a la seguridad nacional. Con ello, pretende obtener los mismos resultados que hace 50 años, pero lo que ha conseguido está a la vista: tensiones y confrontaciones con “aliados”, traiciones a estos últimos, también con adversarios, con instituciones internacionales, con poderes estatales e instancias judiciales nacionales, pérdida de base social, y otros. Todo ello, en muy poco tiempo. Por tanto, no hay un balance positivo en el propósito de reconfigurar los modelos, enfoques, teorías, y doctrinas, de cómo encarar y revertir eficientemente la decadencia de Estados Unidos de América que él reconoce.

Lo que en aquellos años “dorados” fue una zona geopolítica de acción y ensayo prácticamente exclusiva en toda la etapa de posguerra, y hasta el inicio de los gobiernos del cambio hacia la izquierda en América Latina –a principios de este siglo, en que comenzó y se desarrolló una primera etapa de “disonancia estratégica” en la subregión–, ahora ha cedido ante la inexorable dinámica sociopolítica e ideológica cultural de los pueblos del subcontinente y los estragos causados por el modelo de desarrollo impuesto a ellos desde la Casa Blanca y el Departamento de Estado en el norte del continente.

Hoy estamos ante un escenario transformado en la correlación de fuerzas en lo geopolítico y estratégico: EUA mantiene una fuerte influencia aún en determinadas subregiones y países, pero en otros la perdió, y en algunos más ha regresado (Argentina, El Salvador, etcétera). A ese contexto se suma el peso gravitacional de México, Venezuela, Bolivia, Brasil (los cuatro gigantes energéticos latinoamericanos); la resistencia de Colombia, Cuba, Nicaragua, por ejemplo, con políticas soberanistas, de recuperación del compromiso social del Estado con las mayorías, de protección de sus recursos naturales y de sus territorios, en general, de rechazo a las políticas propias del “Consenso de Washington” y al supremacismo blanco. Por ello se observa que han pasado a un enfoque de facto estratégico convergente y distinto entre sí, en muchos aspectos torales, confrontado con el de EUA, aunque Donald Trump blanda “the big stick”.

Adicionalmente, uno de los factores determinantes de esta transformación en las fuerzas que impactan la geopolítica continental y el escenario estratégico es la incursión y progresivo fortalecimiento de la posición lograda por las potencias globales que emergieron, como China, la Federación de Rusia y la India, y otras de dimensiones regionales como Irán, que han establecido tratados de cooperación para el desarrollo, alianzas estratégicas en determinados sectores (energéticos, agrícolas, espaciales, científicos y tecnológicos, y militares), de inversiones mixtas, y de relaciones políticas entre Estados a partir de plataformas ideológicas con sólidos aspectos en común. Latinoamérica hoy es otra, a pesar de que en varios países los gobiernos progresistas fueron revertidos.

Foto: Presidencia de Brasil

La irrupción de los BRICS en América Latina, en su conformación original con Brasil, y en su expansión actual (Cuba, Venezuela, Argentina) –cuyos líderes indiscutibles son China y Rusia, rivales estratégicos de EUA–, ha sido otro evento de trascendencia para el cambo histórico en la región. Este agrupamiento cada vez más influyente en el escenario global, como explicaba el académico ruso Vladímir M Davydov, “responde realmente a la lógica de las mutaciones objetivas e irreversibles que se vienen operando en la palestra mundial. (…) Las ventajas en los costes de producción, en su combinación y en la disponibilidad de recursos naturales y humanos promueven al primer plano nuevos centros de la economía mundial (…) empieza a funcionar un mecanismo de descenso/ascenso” (2014, p. 6).

Los BRICS están en proceso de conformar un verdadero subsistema económico internacional, por el momento, al interior del actual sistema económico internacional, que desplaza gradualmente los centros dominantes de la economía en cuanto a: producción industrial, desarrollo tecnológico, servicios al productor, comercio mundial competitivo, y subvierte lo institucional monetario y financiero (Banco de Desarrollo del Sur, acuerdos de comercio bilateral des dolarizados, moneda digital respaldada en oro, para lo cual se prepararon desde hace 20 años China y Rusia comprando grandes cantidades de oro en lingotes, los contratos de petróleo en futuros, al lado de las instituciones occidentales dominantes construidas en el siglo XX, después de la segunda posguerra.

La influencia de los BRICS en la economía mundial es notoria y creciente, ya que comprende países de cuatro continentes, con cinco líderes regionales originarios, de cinco distintas áreas geográficas civilizacionales ampliamente representativas de la comunidad mundial. Adicionalmente, cada miembro de los cinco originarios –China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica– tienen tras de sí bloques comerciales y políticos que reconocen tales liderazgos, en algunos casos más de uno de ellos: China con la Comunidad Este-Asiática; la India, la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional; la Federación de Rusia, la Comunidad Económica Euroasiática y la Triple Alianza Aduanera; Brasil, la Unión de Naciones Sudamericanas; y Sudáfrica, la Comunidad Sudafricana de Desarrollo. En la Organización para la Cooperación de Shángai (OCS) se agrupan también China, Rusia e India, además de Irán, Paquistán y Corea del Norte. En todos los casos se usa gradualmente la moneda china –la incorporación de Arabia Saudita en las transacciones sin dólares en contratos petroleros es relevante, y se usará progresivamente la moneda digital BRICS.

Hay un cambio drástico del escenario global y regional. Por ello, la expansión del núcleo de los liderazgos primarios fue acelerado y contundente y es muy promisorio. En consecuencia, las mutaciones en los liderazgos mundiales conforman un mecanismo concreto que es el del curso desigual de la historia, una ley inmutable en la historia del capitalismo en su dimensión internacional, y que siempre actúa en función de deslizar hacia la decadencia a las grandes potencias históricas y ascender hacia el encumbramiento a las potencias que emergen poderosas en el ámbito mundial, y que hoy está en pleno funcionamiento. Hablamos de la Ley del Desarrollo Desigual y Combinado, descubierta, estudiada y expuesta por los clásicos del marxismo y varios de sus continuadores. La misma operó en la etapa de su ascenso histórico y hoy en la etapa de su crisis generalizada.

Dice George Novak: “tiene un carácter dual, o mejor dicho es una fusión de dos leyes íntimamente relacionadas (…) las distintas proporciones en el crecimiento de la vida social (y) la correlación concreta de estos factores desigualmente desarrollados en el proceso histórico (…) del dominio del hombre sobre las fuerzas de producción (…) que producen un crecimiento más rápido o más lento de las fuerzas productivas (así) las características de una etapa más baja del desarrollo social se mezclan con las de otra superior (resultando) formaciones combinadas (que pueden producir) un salto cualitativo en la evolución social y capacitar a pueblos antiguamente atrasados para superar por un cierto tiempo a los más avanzados” (Biblioteca marxista, 2025).

EUA no desplazó del liderazgo mundial a sus antiguos colonizadores por un accidente geográfico o histórico, ni siquiera militar, sino por su potencia industrial y financiera que sustentó una expansión militar poderosa, y fue la base estructural de sus victorias en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña tampoco desplazó a Rusia, Alemania y Francia por casualidades inexplicables, sino por causalidades perfectamente identificables, muy similares a las de EUA. En ambos casos, durante periodos precisos de la historia.

Paul Kennedy lo explica con suma claridad: “existe una dinámica para el cambio, impulsado principalmente por sucesos económicos y tecnológicos que repercuten en las estructuras sociales, los sistemas políticos, el poder militar y la posición de los Estados individuales y de los Imperios” (2007: 684).

Conforme a todo ello, incluso, el poder militar acumulado por las super potencias históricas no juega ya el mismo rol de supremacía absoluta que les acompañó, a partir de cierta difusión del poder termo nuclear, cuya posesión acerca las capacidades militares de países de menor desarrollo industrial y tecnológico, con las grandes potencias históricas del capitalismo occidental. El mejor ejemplo es el de Corea del Norte, pero también Pakistán y el mismo Israel.

De igual manera, respecto de otros sistemas o tipos de guerra al alcance de potencias militares intermedias, como la guerra bacteriológica, la guerra climática, la guerra informática o la ciber guerra, o bien, en nuestras días, la guerra electrónica que marca una diferencia fundamental, mediante recursos y medios tecnológicos propios construidos o transferidos por las nuevas potencias globales, para sus aliados estratégicos como Irán o Venezuela.

Esta Ley del Desarrollo Desigual y Combinado del capitalismo internacional, tiene su correlato en la forma en que evoluciona el sistema político internacional, caracterizada estructuralmente por una fuerte inestabilidad en el largo, y aún, en el mediano plazo cuando pasa por coyunturas excepcionales. Pero, de igual manera: “la organización del sistema político internacional no se caracteriza por la estabilidad y armonía en función a la igual soberanía de sus miembros puesto que, junto a los intereses convergentes, los Estados persiguen intereses contrapuestos y que inducen a continuas violaciones de las reglas y a continuas tentativas de reformulación radical o incluso a la total subversión de la organización existente” (Attiná, Fulvio, 1999, p.66).

Este es el motor de la inestabilidad política e institucional internacional, cuando los factores e intereses naciones y soberanos divergentes son más poderosos que los convergentes que le dan estabilidad al sistema.

Este último caso –de la reformulación o subversión de la organización institucional total, aunque gradualmente– es la tarea mayor que se han impuesto China, Rusia, India, Irán –Turquía sigue dudando–, y los BRICS mediante acuerdos explícitos para una lucha común por transitar más aceleradamente hacia un nuevo Orden Global policéntrico, para el desarrollo común, abandonando el enfoque conveniente de reducir a su mínima expresión al Estado y sus atributos históricos, así como el repudio de “lo público en materia económica”, desarrollo en extremo complejo con las reglas institucionales sociales e internacionales de hoy y de una versión de la globalización impuesta por los grandes poderes económicos y tecnológicos-militares del occidente del gran capital globalizado y de las integraciones económicas regionales tan ventajosas.

Las gigantescas y privadas corporaciones con sus empresas globales, y los muy poderosos ejércitos de tan avanzada tecnología que dominan todos los modelos de guerra moderna como sus puntales mundiales, son los sujetos estratégicos no estatales de este modelo de desarrollo excluyente que puso en manos de las grandes corporaciones de talla mundial un orden económico global y bajo el poder y control de las potencias estatales y militares la institucionalidad del sistema político internacional, todo lo cual, debe subvertirse por completo.

Foto:Cancillería de Venezuela

2. La estructura y la coyuntura latinoamericana

Donald Trump es el presidente de las nuevas construcciones ideológicas para sus acciones basadas en la excepcionalidad jurídica y la excepcionalidad nacional, la de los EUA como nación con un “Destino Manifiesto”, y dentro de sus grandes creaciones está la del nuevo sujeto de la agresión a los estadounidenses, el más peligroso de sus oponentes, “el mexicano inmigrante criminal y narco terrorista”, latino en una acepción más amplia, no es ya el soviético ni el maoísta, comunista, tampoco el castrista cubano, ni el yihadista islámico (tipo Osama Bin Laden), o el islamista irakí (tipo Sadam Hussein) o iraní (como los líderes ayatolas), que han pasado en la historia contemporánea como los “enemigos históricos identificados” a combatir hasta destruir, los objetos de las grandes y sucesivas guerras de EUA.

Al nivel latinoamericano, subsiste “el chavismo” sobre el cual, ahora con la misma maniobra política propagandística que ha usado contra el gobierno mexicano, identifica al gobierno de Nicolás Maduro con las organizaciones del crimen transnacional organizado, como a la presidenta Sheimbaum la identifica con el Cartel de Sinaloa en proceso de erosión, así a Nicolás Maduro como líder del “cartel de los Soles”, lo que en ambos casos constituyen maniobras propagandísticas para involucrar, en el caso venezolano, directamente al ejército bolivariano de Venezuela como parte de un cartel transnacional de las drogas, a quien, igualmente, se ha tratado de seducir y subvertir contra el poder constituido, su fracaso ha sido verdaderamente escandaloso. El inmenso poder de fuego concentrado frente a las costas venezolanas para amedrentar y provocar un clima de insurrección militar que forzara una sucesión militar o un cambio de régimen, ha sido un fiasco.

Nunca olvidar que después de muerto el presidente Hugo Chávez y luego de un triunfo estrecho de Nicolás Maduro sobre su opositor en las elecciones de 2014, el “banderazo de salida” para hacer masiva la intervención directa en Venezuela, en una nueva etapa de la cual se deriva la acusación de existencia del “Cártel de los Soles”, fue el desconocimiento ordenado por Barack Obama de Maduro como presidente electo, a pesar de que la organización de supervisión electoral de Jimmy Carter había dicho que las elecciones no fueron alteradas en su resultado.

El sol es una insignia que utilizan los militares de mayor grado en Venezuela. Claro que Venezuela como espacio geográfico está involucrada en la cadena mundial del narcotráfico, genéricamente dicho, pero de allí a que “el cartel de los soles” sea una realidad y esté vinculado al gobierno del presidente Maduro, hay una enorme distancia de veracidad. Nunca ha aparecido en informes internacionales de expertos con hechos verificados y concretos: decomisos, detenidos, alianzas, zonas de actuación, líderes regionales, nada. Ni tampoco en los informes anuales dentro de EUA, la DEA, por ejemplo.

La peor sospecha contra Nicolás Maduro es la detención de dos sobrinos de su esposa y por tanto suyos, condenados en Nueva York por tráfico de cocaína. (SWI swissinfo.ch, 28 de agosto, 2025). No necesariamente lo implica y puede ser una operación encubierta de engaño escenificado justamente para implicarlo indirectamente. Lo han hecho cientos de veces en todo el mundo. Lograron engañar alguna vez a la gerontocracia soviética con el falso programa de “la Guerra de las Galaxias” llamada oficialmente “Iniciativa de Defensa Estratégica” obligándolos a hacer esfuerzos financieros descomunales para responder a tan “grave amenaza” cuando la economía soviética se hundía, acelerando con ello su inevitable caída. Es una técnica de engaño en inteligencia sofisticadamente afinada.

Desde la perspectiva política y estratégica del gobierno de Donald Trump se emitieron el mes de julio “sanciones financieras contra el cartel de los soles” declarándola “organización terrorista”, dado que: “Proporciona apoyo material a organizaciones terroristas extranjeras y la seguridad de EUA”, mencionando al Cártel de Sinaloa y al Tren de Aragua, y asoció al gobierno venezolano con las extintas FARC y sus actuales disidencias, por lo que refieren así “el sistema criminal de Maduro”. Una patraña monumental que ya no engaña a nadie, sólo al que quiere ser conscientemente engañado.

Un analista internacional serio como Phill Gunson del think tank de nombre “Crisis Group”, a pregunta expresa afirmó que el Cártel de los Soles “no existe, es un cuento”, y genéricamente establece que no hay duda de que “haya complicidad entre individuos vinculados al poder y el crimen organizado, pero evidencias directas incontrovertibles no han sido presentadas nunca”.

Obviamente esto suena igual que “las bombas atómicas en poder de Sadam Hussein para atacar a sus vecinos”, o al “ataque bioquímico de Haffez Al Assad que desató la creación por EUA-OTAN del “ejército islámico” (ISI) y apuntaló la “guerra de los gasoductos” en Siria que devastó al país y tantas patrañas más, una verdadera tontería sin base alguna, una fantasía burda e infantil que habla muy mal de los asesores del presidente Donald Trump, aunque la burda invención es tan vieja como el año 1993, 6 años antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, cuando se investigaron a dos generales del ejército venezolano, según Insight Crime, pero gobernando ya él, se empezó a hablar en la prensa latinoamericana, de que su gobierno estaba vinculado con el narcotráfico regional e internacional. Jamás han presentado una sola evidencia, son actos de poder con pretensiones de engaño. No olvidar los muchos y grandes aliados de la derecha oligárquica que tiene EUA en la prensa y medios del subcontinente latinoamericano que actúan como “caja chica de resonancias”, que acompañan los cientos de patrañas mediáticas desde el norte.

Venezuela aprendió la lección estratégica cubana: es indispensable articularse al máximo con los rivales estratégicos de EUA (la URSS primero, hoy la Federación de Rusia, y China, con Irán, la India y va al encuentro con los BRICS) para “comprar un boleto de invulnerabilidad militar” en términos masivos, la crisis de los misiles nucleares de Cuba en 1963 eso reveló.

Ello se complementó en Cuba, hoy en Venezuela, con una doctrina militar de “guerra de todo el pueblo”, lección vietnamita, que en Venezuela Nicolás Maduro llama “la República en Armas”, con una primera fuerza de resistencia de 4.5 millones de milicianos armados y entrenados. En Cuba la primera línea de defensa eran o son 2 millones de milicianos armados y bien entrenados en solo 48 horas ante una invasión. En México son una fuerza militar con pertrechos, vehículos, aviones, tanques y helicópteros de 100 mil hombres en 48 horas para llegar a la frontera norte, matemáticamente calculado. No se habla de milicias armadas, dentro de una doctrina militar de defensa nacional. La presencia de la Guardia Nacional seguramente alteró este cálculo.

Hoy un eventual ataque directo contra Venezuela se topa con Rusia y China, también Irán, que verían severamente afectados sus intereses porque tienen invertidos poco más de 100 mil millones de dólares estadunidenses allí, una guerra contra tales potencias militares (las dos primeras mencionadas) tan cerca del territorio estadounidense es impensable. Pero no van a dejar de amenazar. Trump sabe perfectamente bien que incendiaría la América Latina y la comunidad latina dentro de EUA. Provocaría un conflicto de una magnitud que le desbordaría, aunque siempre habrá sátrapas en todos lados que lo apoyarían, como los hay en sus agresiones políticas a México.

Por otro lado, para Rusia y China la vigilancia conjunta del Océano Pacífico (el Mar de China) y el reforzamiento de Rusia de su presencia militar en el Ártico, sólidamente apoyado por Bielorrusia y su arsenal termonuclear, son fundamentales. Dice Trump que en la reciente reunión de la Organización de Cooperación de Shangai “se conspiraba contra EUA”, claro, como él hace cuando va y regaña a sus antes aliados y hoy sometidos socios de la OTAN contra Rusia, y con sus aliados en Taiwán, Japón y Australia o la ASEAN, contra China. Vean las provocaciones actuales de Filipinas a China, ridículas, pero EUA anima sus peones.

Tales inversiones de China, Rusia e Irán están en los riquísimos yacimientos petrolíferos venezolanos, ansiados por EUA, esa economía industrial devoradora y con un modelo social de depredación absoluta de tales recursos, en cantidades mayúsculas mediante las más poderosas empresas de energías convencionales, aunque las derechas oligárquicas entreguistas y vendepatrias digan “que ya no es negocio y hay que concentrarse en las energías limpias” para ceder tales reservas a las empresas mundiales del petróleo.

Es necesario avanzar en las “energías renovables” pero hacerlo simultáneamente captando el máximo posible de la renta petrolera para invertirla en el fortalecimiento de la industria de la refinación, y usarla racionalmente para reconstruir el patrimonio público y acelerar nuestro desarrollo y el propio tránsito energético.

Brasil es desde hace tiempo la primera economía, la primera demografía, el primer territorio latinoamericano y el primer ejército del subcontinente, así como el principal socio económico de China, seguido de Chile, Perú y México. El volumen comercial de Brasil con China es de 181 mil millones de dólares (2023), y con una balanza superavitaria de 63 mil millones de dólares para Brasil, es por tanto, un socio comercial estratégico (Bermúdez, Ángel, BBC News Mundo, abril 2024)

Brasil (aproximadamente, 30 por ciento del PIB de la región) es también un mercado de suma importancia para los países de la subregión, en particular para México. Su liderazgo dentro del CNS y en el BRICS induce nuevas participaciones, como en la Argentina del gobierno del presidente Milei el neoliberal radical y atlantista, se optó por este camino. Ello significa que dicha ampliación conseguida hasta hoy desborda los espectros ideológicos de sus líderes más importantes. La expectativa comercial favorable y de inversión extranjera es muy poderosa.

En las relaciones de poder el presidente Donald Trump ha desarrollado una injerencia brutal y desnuda en favor del expresidente militarista y autoritario Jair Bolsonaro, ante la sentencia de los jueces brasileños para encarcelarlo ante la intentona de golpe de Estado el día de la elección del presidente Lula. Y ha intervenido en favor del sentenciado. Pero como en el caso de México, no es sólo la justicia brasileña, sino el programa político, ideológico y socio cultural de un presidente como Lula Da Silva. Hay rechazo y hostilidad completa hacia un programa de gobierno y la ideología que lo sustenta.

El supremacismo blanco y racista del presidente Donald Trump según La Asociación por las Libertades Civiles (ACLU) de los EUA, está sustentado en un objetivo político superior que es la reestructuración global y radical del poder ejecutivo, agencia por agencia, de una presidencia verdaderamente imperial, cuyo conjunto de las más de 130 órdenes ejecutivas, pretenden construir un nuevo paradigma para la reconstrucción de la supremacía global de los EUA, conforme a la iniciativa programática formulada por la Heritage Fundation (2022), caracterizada por su neo conservadurismo, más 140 exempleados de Donald Trump crearon el Proyecto 2025, “Mandato para el Liderazgo” una hoja de ruta para reemplazar al Estado de Derecho por normativas de todo tipo de carácter excepcional con impactos muy peligrosos y dañinos para la vida pública, lo cual los convoca a luchar por la defensa de las libertades y derechos consagrados en su sistema jurídico, pero la historia ya alcanzó a las élites conservadoras de la plutocracia estadounidense, y eso lo reconocen los propios intelectuales y líderes, los políticos más lúcidos dentro de EUA (Proyecto 2025 Explicado, ACLU).

El gobierno no se cansará de intervenir, de violar todo lo que necesite violar, de amenazar e intimidar, de adoptar posturas de fuerza, posicionar sus planteamientos y posturas ideológicas y políticas, es peligroso porque hasta el grupo aquél de 140 historiadores de Estados Unidos que previeron una gran parte de la decadencia que hoy acusa EUA en el mundo, previeron también sobre la opción de buscar una guerra y tratar de ganarla como salida a su macro crisis de poder en todos los ámbitos.

Ni en México, ni Venezuela, o en Brasil puede EUA ya hacer su voluntad, imponer sus condiciones, no está para derrocar gobiernos o crear escenarios de caos que permita a sus agencias de seguridad e inteligencia desestabilizar gobiernos para debilitarlos y reemplazarlos por fuerzas afines a sus intereses y deseos. Lo pueden intentar, pero hoy las potencias de la OCS y que lideran el BRICS, están en América Latina muy sólidamente posicionados y defenderían sus intereses articulados a los de sus aliados, puede haber ciertas escaramuzas o hasta incidentes militares, pero una invasión que genere una guerra cómoda para otras superpotencias este asiáticas o euroasiáticas por la cercanía al territorio de EUA, no, de ninguna manera.

Despreocupémonos, no habrá invasión a Venezuela, ni operaciones armadas subrepticias en territorio mexicano, ni una escalada de declaraciones con Brasil que tense alguna coyuntura militar, menos aún. Trump maniobra, amenaza, pero sus capacidades coactivas hoy las ha centrado en su guerra económica punitiva, en su racismo en la inmigración a su país, en un discurso ideológico repleto de construcciones artificiosas que no tienen el mismo efecto que en otros tiempos, como cuando las unidades de guerra psicológica de las agencias de inteligencia, incluyendo las militares impactaban la estructura de sus adversarios y desestabilizaban sus liderazgos y comandos políticos y militares.

Los 50 millones de dólares de “recompensa” por la captura del presidente Maduro son una pieza de guerra psicológica para inducir una rebelión militar o una acción punitiva de traidores codiciosos, pero el dinero estadunidense también está en descenso y ya no es tan deslumbrante como antes. Se ha aprendido mucho en América Latina de los métodos y técnicas desestabilizadoras desde EUA, a un altísimo costo, pero hoy son perfectamente repelentes y controlables sus maniobras.

Foto: White House

Donald Trump hace todo aquello a su alcance para militarizar la lucha ideológica y política con los países del subcontinente latinoamericano, empezando por México, trata de cambiar la correlación de fuerzas o romper el declive de la derecha criolla y oligárquica en Venezuela que se desmorona, agregando la amenaza militar, pero desgastó muy de prisa sus herramientas: acusaciones de narcotráfico, retórica sobre amenazas externas para EUA, de situación comercial ventajosa de sus vecinos y otros países en el comercio con EUA, y todo, como cuestionamientos de fondo a la seguridad nacional. En suma, fuerza a colocar todo bajo la dinámica del Pentágono. No le ha resultado tampoco esta pentagonización de sus relaciones interamericanas, Venezuela moviliza a su ejército, a sus milicianos y a sus aliados.

No habrá guerra en nuestro subcontinente ni en la frontera con México. La historia los alcanzó, EUA no pude ya imponer su voluntad indiscriminadamente. Somos testigos por ello de un gran cambio histórico. Enhorabuena.

 

Jorge Retana Yarto*

*Licenciado en economía con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional; maestro en administración pública; doctor en gerencia pública y política social. Tiene 25 años como docente de licenciatura y posgrado; es exdirector de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional, del CNI.

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