Don Jorge Cordero y la resistencia contra la minería

El pasado 10 de marzo falleció el señor Jorge Cordero, tras una larga batalla contra el cáncer que desde hace tiempo lo aquejaba. Larga lucha que finalmente perdió y ante la cual ni los médicos ni la extraordinaria fuerza de don Jorge pudieron hacer algo al respecto. Pero ésa no fue la única gran batalla que don Jorge libró en su vida, la otra, la que lo convirtió en un ícono de resistencia, en un símbolo de lucha y esperanza. Esa batalla aún no se termina, aún no es ganada por ningún bando. Ésa es la larga lucha que decenas de miles de surcalifornianos vienen librando desde hace décadas contra la minería en el estado.

Un político o un populista, pero el presidencialismo necesita un sacudimiento

Las elecciones por los 12 gobiernos estatales (y sus respectivas presidencias municipales) son la introducción a la competencia-disputa por la desprestigiada Presidencia de la (vulnerada) República, por los embates antilaicos y el vendaval del neoliberalismo económico que todo lo quiere privatizar, incluso la misma presidencia; y hasta estadunizar con el “independiente” Jorge Castañeda. Para nuestra desacreditada democracia representativa, tenemos la decisión electoral que los partidos, con las bolsas repletas de billetes (pues se llevan buena tajada del botín de los ingresos), querrán no resolver en las urnas con electores cooptados en la corrupción por la compra de sus votos.

Este mundo neoliberal no funciona ni en sueños

El historiador Josep Fontana ha descrito la crisis con veraz lucidez: “Empezó en el verano de 2007 como problema local de Estados Unidos, pero enseguida afectó al mundo entero y dejó sin trabajo, sin vivienda ni recursos a millones de personas, condenando al hambre a muchos millones más. Los responsables de provocarla con sus especulaciones pretendieron que la crisis era por excesiva intervención del gobierno y excesivo costo social. E impusieron la austeridad presupuestaria como única solución para salir de la crisis”.

Privacidad y anonimato, los nuevos enemigos

Hoy se cuentan por miles las cámaras que vigilan el ir y venir de los ciudadanos en casi todas las ciudades del mundo. Sean dictaduras o famosas democracias, los gobiernos cada vez invierten más en la videovigilancia. En la ciudad de México, por ejemplo, que es gobernada por un “gobierno de izquierda”, la videovigilancia ha funcionado más para vigilar a manifestantes de oposición y marchas de inconformes, que para solucionar secuestros, homicidios y asaltos que dejan en evidencia por lo menos una mala planeación. El anonimato y la privacidad –a la cual todos tenemos derecho– han sido relegados y menospreciados como un derecho humano y poco a poco son calificados como enemigos sociales.