Ni de lejos, Obama es Lincoln (ni mucho menos Peña es Juárez)

Se pueden aprovechar otras experiencias históricas y, cambiando lo que se tenga que cambiar, implantarlas sobre todo para los nacientes Estados donde se constituyen sociedades que, con medios jurídicos, generan sus gobiernos para conquistar fines políticos, económicos y sociales-culturales, afianzadas en sus tradiciones rescatables. Pero no hay imitaciones ni ciclos, como postulan quienes catearon el encanto de la “astucia de la razón” de Hegel y el hegelianismo de derechas al que se afiliaron Oswald Spengler, Arnold Toynbee y demás seudohistoriadores de “tijeras-y-engrudo” (Robin G Collingwood, Idea de la historia; Ensayos sobre la filosofía de la historia y El nuevo Leviatán: hombre, sociedad, civilización y barbarie). Aunque lo parezca, nada se repite en el curso de la humanidad. Y cada pueblo, cada nación, son singulares al crear su pasado y su presente que es el único futuro inmediato.

Millones de europeos no tienen acceso a medicamentos básicos

“¿Pueden los ciudadanos de la Unión Europea costear sus medicamentos?”, era el tema del seminario del Parlamento Europeo que reunió a expertos de organizaciones de la sociedad civil ante un problema que hasta ahora combatían en los países empobrecidos del Sur. La pregunta ha adquirido enorme relevancia ante la crisis y el aparente agotamiento de un modelo de acceso a medicamentos esenciales que excluye a núcleos crecientes de población, escribe Gonzalo Fanjul, quien formaba parte del equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (Isglobal).